“Marx, sin embargo, no trazó en detalle el curso de los acontecimientos que señalarían la transformación del capitalismo en una traba para el desarrollo ulterior de las fuerzas productivas. Las crisis serían más y más severas, “poniendo la existencia de toda la sociedad burguesa a prueba, cada vez más amenazadoramente”; los medios adoptados para vencerlas (“de una parte por la destrucción forzosa de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y por la más completa explotación de los antiguos”) dan resultados únicamente a costa de “allanar el camino para crisis más  extensas y destructivas, y … debilitar los medios por los cuales se previenen las crisis”. Ésta fue la opinión expuesta en el ‘Manifiesto Comunista’. Una convicción semejante de que las crisis deben seguir haciéndose cada vez peores, aunque menos explícitamente expresada, se puede encontrar en el examen de la tasa descendente de la ganancia, en el volume III (*). Todas estas son, sin embargo, exposiciones de un carácter muy general; dejan abierta la cuestión del “derrumbe” capitalista en cualquier acepción del término. Otra línea distinta de pensamiento, que será examinada más de cerca en la parte IV, señala también los obstáculos crecientes en el camino de la expansión capitalista. Hay, según Marx, una fuerte tendencia del capital a la centralización en un número de manos cada vez menor. Con el tiempo, «El monopolio del capital se convierte en una traba del modo de producción que ha surgido y florecido con él y bajo él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan al fin a un punto en que se hacen incompatibles con su tegumento capitalista. Este tegumento salta en pedazos. Suena el toque funeral de la propiedad privada. Los expropiadores son expropiados» (1). Ésta, sin embargo, no es tanto una predicción come la brillante descripción de una tendencia. Pues no otro lugar, hablando de la “centralización de los capitales ya existentes en unas cuantas manos y la descapitalización de muchos”, Marx lanza una advertencia implícita contra deducciones demasiado rígidas. “Este proceso – dice  – daría  pronto lugar al colapso (**) de la producción capitalista, si no fuese por las tendencias contrarrestantes que ejercen sin cesar una influencia descentralizadora, al lado de las tendencias centrípetas (2). El sentido real puede decirse que todo el sistema teórico de Marx constituye una negación de la posibilidad de expansión capitalista indefinida y una afirmación de la inevitabilidad de la revolución socialista. Pero en ninguna parte se encontrará en su trabajo una doctrina del derrumbe específicamente económico de la producción capitalista” [Paul M. Sweezy, ‘Teoria del desarrollo capitalista’, Mexico, 1970] [(* Véase el pasaje citado, supra, p. 110; (**) La palabra alemana es aquí ‘Zusammenbruch’. En todo este trabajo la traducimos por la más literal de “derrumbe”; (1) ‘Capital’, I, p. 837; (2) Ibid., II, p. 289]