“Y Marx añade, como conclusión de esta carta (*): «Era muy difícil formular nuestra opinión en la redacción, de manera que fuera aceptable por el actual punto de vista del movimiento obrero. Esta misma gente celebrará dentro de unas semanas mitines con Bright y Cobden en pro del sufragio universal. Pasará mucho tiempo antes de que el despertar del movimiento permita la antigua audacia en el lenguaje. Hace falta ser ‘fortiter in re, suaviter in modo” (43) Así la influencia intelectual de Marx se hace sentir desde los comienzos de la Asociación. En adelante su objetivo será mantenerla y reformarla en el seno del Consejo general [Londres], apoyarse sobre este organismo para difundir su pensamiento, y como él dice, combatir a las sectas. Incluso en el Consejo general, Marx no encontrará más que débiles resistencias. No faltarán las querellas personales. A intervalos Marx tendrá que hacer frente a los ataques y maniobras de los rivales ambiciosos. Encontramos ecos de estas luchas internas en su correspondencia con Engels. (…) En el continente, la situación es diferente. El Consejo general  no tiene medios para coordinar directamente la acción de las sesiones y de las sociedades obreras, que en cuantioso número se afilian a la Internacional. Se impone la constitución de federaciones regionales que pueden servir de núcleo de cristalización para las «sectas» y cuya influencia puede contrapesar así la de Consejo general. También aquí, recurrirá Marx a la acción indirecta. No se comprometerá personalmente en los congresos,en los cuales domina a los proudhonianos en los primeros años. Se contenta con intentar orientar los debates. El informe del Consejo general le da la posibilidad de hacer esto, al igual que el establecimiento del programa. «Yo no podía ni quería ir allí (al Congreso de Ginebra), escribe a Kugelmann, pero he redactado el programa de los delegados de Londres. Adrede lo he limitado a los puntos que permiten un acuerdo inmediato y una acción  concertada inmediata de los trabajadores, que responden de manera directa a las necesidades de la lucha de clases, a la organización de los trabajadores como clase y les estimulan» (49). Y Marx, después de algunas observaciones cáusticas sobre los parisinos «ignorantes, arrogantes, charlatanes, enfáticos, hinchados,añade que en el informe «les golpeará a lo fino». El intercambio de cartas entre Marx y Engels después del Congreso de Lausana de 1867 también es revelador. Tanto el uno como el otro deploran la torpeza de J.P. Becker, el cual, en su intervención «comienza por derribar nuestro orden del día» (50), dice Marx, pero al cual no hay que tomar en serio, señala Engels, «por sus marrullerías de viejo agitador que aparecen en cuanto no hay alguien que le dirija» (51). En cuanto a los proudhonianos que parecen haber triunfado «gracias a los perezosos suizos franceses», nos reiremos de ellos en el informe general, dice Marx, mientras que Engels señala: «Mientras el Consejo general permanezea en Londres, todas estas resoluciones no son más que papilla para gatos». Ambos se ponen de acuerdo para decir que será preciso organizarse para el Congreso de Bruselas, y servirse de los alemanes y de los ingleses para detener la ola de los proudhonianos (52). La composición de las delegaciones en el Congreso de Bruselas, no corresponderá totalmente a sus esperanzas. Los ingleses y los alemanes no serán tan numerosos como Marx y Engels lo habían querido, mientras que los miembros belgas de la Asociación estarán ampliamente representados. Pero la «ola» proudhoniana se ha detenido. Ya no es necesario levantar un dique. En la votación relativa a la propiedad del suelo trabajable, Tolain está en minoría. Sin embargo, esta primera victoria del colectivismo, todavía no es la del marxismo. En el momento en que los proudhonianos comienzan a perder terreno, Marx ve alzarse en el continente a un adversario más temible que los parisinos tan aborrecidos: Bakunin” (pag 30-31) [Jacques Freymond, Introduzione] [(in) Jacques Freymond, ‘La Primera Internacional. I.’, Madrid, 1973] [[(*) Carta citada de 4 de noviembre del 1864. ‘Correspondencia Marx-Engels, t. VIII, pp. 97-98; (43) A lo cual contesta Engels el 7 de noviembre: «Tengo curiosidad por conocer el ‘Mensaje a los obreros’. Debe ser un auténtico golpe de fuerza, a juzgar por lo que me dices de esa gente. Pero está bien que entremos de nuevo en relación con gente que al menos representa a su clase; que, a fin de cuentas, es lo esencial» (Correspondencia Marx-Engels’, op. cit., t. VIII, p. 100. N. del T. – «Fortiter in re, suaviter in modo» se traduce por «tener mano izquierda»; (49) Cf. carta del 9 de noviembre de 1866 en las ‘Cartas a Kugelmann’, de Karl Marx (1862-1874). Ediciones Sociales Internacionales, Paris, 1930, páginas 59-61; (50) Carta del 12 de septiembre a Engels, Correspondencia Marx-Engels’, op. cit., t. IX, p. 216; (51) Carta del 11 de septiembre a Marx, ibidem, t. IX, p. 212; (52) «Se trata, dice Marx, de llevar la próxima vez a Bruselas veinte ingleses y treinta alemanes», ibidem, p. 216]